"El malinchismo es una enfermedad social de los mexicanos ligada a un complejo de inferioridad hacia lo extranjero, Es la tendencia de algunos mexicanos de preferir lo extranjero o a personas de fuera del país, sobre sus propios compatriotas, sus propios productos o sus propios valores y tradiciones".
Quien dio nombre al concepto no es otra que la Malinche, la mujer indígena que fue esclava y después traductora y amante del conquistador español Hernán Cortés. En el imaginario colectivo de México, aún hoy es vista como la mayor traidora de la historia del país.
Cinco siglos después, el malinchismo sigue siendo un tema polémico y hay discrepancias acerca de qué tanto está presente en el ADN de los mexicanos y cómo marca su personalidad ante lo que llega de fuera de sus fronteras.
BBC Mundo entrevistó a Alejandro Tomasini Bassols, investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y autor del ensayo "Malinchismo filosófico y pensamiento mexicano", donde llega a calificar este comportamiento como una "enfermedad nacional" para el país.
Se da en muchas cuestiones de la vida cotidiana: cuando alguien prefiere lo extranjero a la hora de elegir ropa, bebidas, las personas, la cultura, los lenguajes… Es esa marcada preferencia por lo que viene de fuera a la hora de valorar la belleza física, de ocupar un puesto de trabajo… En política, por ejemplo, tiene que ver con las actitudes de entreguismo, el que es "vendepatrias", un traidor, etc.
Es un rasgo alarmante de la cultura mexicana porque contrapone a grupos sociales dentro del país. En muchos otros lugares, eso no se ve: la gente está orgullosa de su pasado y sus tradiciones, y defiende su pueblo y sus valores en la actualidad.
Viene ligado a un complejo de inferioridad de los mexicanos hacia lo extranjero, de sentirse de menor valía o inferiores a otros. Eso hace que se aspire a tener otras cosas, sin saber que lo que se tiene aquí es también muy valioso. Son como elementos complementarios: por un lado, existe la actitud de admiración, respeto y deseo por ser otra cosa; y a la vez, está la actitud de sentirse uno mismo menos valioso que aquellos con los que nos comparamos.
El concepto de malinchismo es un concepto explicativo que permite entender ciertas conductas de grupos y de personas. Desafortunadamente, México está marcado por eso. No entender el malinchismo es no entender a México y a los mexicanos. Entender México es entender este lastre que arrastra desde hace cinco siglos y que sigue marcando la vida del país, y que se ve en expresiones, en actitudes, en la forma de hablar… Aunque se ve más en ciertos círculos que en otros.
No toda la población tiene acceso a otros mundos y otras culturas. Así que atañe sobre todo a las personas privilegiadas, las élites o clases superiores. Ellas son las que tienen opción de conocer otras cosas y son quienes, desafortunadamente, a veces anteponen lo más cosmopolita y extraño en detrimento de los valores nacionales.
El malinchismo que permea a la población mexicana es tan inconsciente como el complejo de inferioridad que lo explica. El mexicano que vende la industria minera a empresas extranjeras no siempre piensa "ah, es que yo creo que los canadienses son mejores…" pero, de hecho, lo está haciendo. No es que una persona se identifique como inferior, aunque en la práctica actúe como si se sintiera así.
Un extranjero que ve la historia de México y la vida actual a través del prisma del concepto del malinchismo, nos entiende mejor. Incluso siente más empatía por México cuando ve cómo esta maldición que nos cayó sigue teniendo efectos en el país.
Algunos extranjeros reconocen notar ciertos privilegios en México.
Hay un conflicto evidente entre mexicanos porque algunos se rehúsan a ver que el malinchismo existe y otros pensamos que es algo real, nos guste o no. Hay quien simplemente considera que hay que ignorarlo porque no es un fenómeno real, y hay quien cree que es una marca casi indeleble de la cultura nacional. En México existe esa oposición clara.
Muchas personas malinchistas ven a quien no lo es como si fuera alguien de mal gusto. Mientras que los no malinchistas ven a quien sí lo es como una especie de traidor. Es una total oposición porque es un asunto tremendamente emocional para el mexicano. Es como si estuvieras de un lado o de otro, no hay más posicionamiento.
En América Latina la gente es morena, pero hay algunas actitudes que solo las he visto entre las élites mexicanas. Creo que está claro. Las personas que trabajan en cine, televisión y otros medios mexicanos rara vez muestran una apariencia física y color de piel similar al de la mayoría de la población del país.
Esa actitud tan bonita y universalista de unión de los pueblos y de borrar fronteras solo la mantienen los malinchistas, no los demás. Si todo el planeta fuera en esa dirección, podría entenderse; pero es que otros siguen manteniendo sus posiciones nacionalistas y luchas por preservar sus tradiciones.
En México ha habido períodos donde se exaltaban las visiones nacionalistas desde el gobierno, en los libros de texto, en la pintura nacional… Después se modificó ese espíritu, y se fueron alternando las corrientes. Ahora no es un tema que muchas personas quieran defender y una gran mayoría te dirá que el malinchismo es un tema rebasado, que es algo obsoleto y no está vigente. Pero creo que es un error porque es algo interno a la cultura nacional.
Hay pueblos que vienen marcados de alguna manera y, aunque pasan siglos y siglos, siguen siendo de cierta manera y no cambian, simplemente se van adaptando. Creo que el malinchismo puede quedar superado y que nos movemos en la dirección correcta al reivindicar lo nacional. Pero eso tiene que venir acompañado de un éxito concreto, material, cultural, educativo, artístico, para que el sentimiento de inferioridad vaya desapareciendo. Es un asunto de tiempo, de política, de paciencia y de querer orientar las cosas en esa dirección. Solitas, las cosas no se corrigen.
México es un país hospitalario y de aceptación al extranjero. Pero sin malinchismo, podríamos tener la misma actitud sin convivir con esa especie de vergüenza hacia lo que es uno mismo. Ese sería el cambio radical. Uno ve en otros países que la gente presume de su queso, su vino, sus platos. Aquí hay avances en ese sentido, pero es algo que llevará tiempo. Y debe ser un orgullo más profundo que el mero fútbol o cosas por el estilo. Se necesita un progreso material y palpable, eso ayudaría a que estas actitudes enfermas y debilitantes como el malinchismo fueran desapareciendo.
Marcos González Díaz
HayFestivalQuerétaro@BBCMundo
3 septiembre 2021
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